jueves, 12 de noviembre de 2015

SWEET LAB: BASKET CAKE

 


Actualmente me encuentro inmersa en el diseño/creación de las tartas que tengo que hacer para Iceman, y para el Adolescente Pedorro (¿quién? mi primo/ahijado), y para la Pirata... (es que en mi familia se concentran los cumpleaños al final del año...) Pues eso, como parece que no tengo suficiente dulce rondando, hoy os voy a hablar ¡de una tarta! Empalagada voy a terminar...
  Esta la hice allá por mayo para el hijo pequeño de mi compi vecina de mesa (sí, sí, la misma que se dio por aludida con el Snowgie, pero que no ha cogido el ganchillo todavía...) Tengo buena sensación con este chaval, va a ser famoso, ahora, todavía no tengo claro en qué va a despuntar. El tiempo lo dirá... y entonces aprovecharé la coyuntura para hacer saber que soy su proveedora oficial de tartas de cumple. Se me está yendo la pinza, ya lo sé...


  La tarta del año pasado fue una de Batman, sencilla y muy bonita, de la cual no supo nada hasta que se la entregaron en la merendola; me estoy acordando del video que le grabaron mientras abría la caja: estaba alucinado, con una mezcla de emoción y vergüenza... pero que en cuanto un amigo alargó la mano para tocarla, rápido que lo apartó, ¡era su tarta de Batman! (por esto me gusta hacerlas, estas reacciones ¡merecen mucho la pena!)
  Bueno pues, pensando en la tarta para este año, cambiamos la temática, porque los super héroes están muy bien, pero los niños se van haciendo mayores... Así que nos decidimos por el baloncesto, otra de sus aficiones. Pues eso, siguiendo con la sencillez, esta fue la tarta que se me ocurrió. Puede parecer hasta sosa, pero es que la sorpresa la llevaba dentro...


  ...porque para hacer el bizcocho usé un molde que me regalaron mis primas, y que le da al interior forma de corazón; era la primera vez que lo usaba, y me quedé un poco justa de masa, pero bueno, que en la tarta no se notaba (y ya he aprendido para la próxima). Si os interesa, es este de Wilton (señores míos de la marca, si quieren regalarme algo de su extensa gama de productos, yo lo acepto encantada...)
  Como veis en la imagen, quedan en el bizcocho unos surcos, los cuales, deben rellenarse con alguna crema, y así se creará el corazón. Me decanté por una crema de trufa, que con el bizcocho de vainilla casa a la perfección. Pues eso, se rellena hasta el borde y luego se montan uno sobre el otro; ojo, fijaos bien no vayáis a poner el corazón al revés... (no desesperéis, se diferencian muy bien cuál es la parte de arriba y cuál la de abajo)


  Hecho esto, pringamos la tarta para poder colocarle después el fondant. ¿Y qué pinta aquí la mermelada sangrienta? os preguntaréis. La cuestión es que pensaba cubrir la tarta con crema de trufa también, peeeeero ¡me quedé corta una vez más! Podía haber hecho más crema, sí, pero tenía muy claro dónde iban a terminar las sobras (primero en mi estómago, y en mi culo después...), así que me pareció que una mermelada era una mejor opción. ¿Tenía que ser de fresa? pues... era la que tenía, ¡y punto!


  Se cubre la tarta con el fondant (¡qué bien se portó este día!) y una vez está bien colocado, se quita el exceso de azúcar glas (que no lo suelo decir, pero lo hago siempre, en la tarta y en la cámara, que suele terminar deliciosa...)


  Bueno pues, comenzamos con la decoración. Se hacen primero con ayuda de una esteca unas líneas sobre la tarta, que nos harán de guía después. Amasamos y estiramos el fondant negro, y cortamos varias tiras (mejor que queden largas...) La primera que colocamos es la del contorno de abajo y que tiene la virtud de tapar pequeños fallos (lo reconozco, todavía no he conseguido ninguna tarta con el bajo completamente liso, ¡pero lo conseguiré!) Y luego ya colocamos las otras líneas; humedeced las guías y colocarlas encima, veréis qué rápido se pegan.


  Nos ponemos ahora con la camiseta. La elección de colores la hice a mi gusto, porque resulta que cuando me iba a poner a hacerla, me di cuenta de que no sabía cómo era su equipación... (qué mentirosa soy, en el boceto ya se intuye que iba a hacer lo que me daba la gana...) ¿pero veis qué bonita queda en azul? queda ideal de la muerte con el naranja del balón... 
  A ver, que me pierdo: se alisa un trozo del fondant, se corta un rectángulo, y se cortan después escote y sisas. Se cortan estas mismas partes en otro color y lo pegamos. Le colocamos por último el dorsal (¿se llama así?), que por cierto, el número también me lo inventé; bueno, le puse los años que cumplía en realidad.


  Dejamos la repostería un rato, y no dedicamos a las manualidades: se dibujan los banderines (con el ordenador en mi caso), se imprimen en un papel un poco grueso (100 gr por ejemplo), se cortan, se les pone cinta de doble cara y los vamos pegando uno a uno al hilo. Se cogen después un par se palos de estos de pincho moruno, se ata en ellos el hilo y...


  ...a la tarta que van; ojo, calculad bien, que si los metéis mal y tenéis que hacerlo otra vez, los agujeritos que quedan no lucen nada (esto me lo estoy imaginando, de momento no me ha pasado; ¡signo de la victoria!)


  Y ya tenemos la tarta, bonita, ¿eh?

  Lamentablemente, no tengo foto de su interior, olvidé decirle a mi compi que le sacara una... Pero cuando me mandó un wassap diciéndome que a su ternero le había encantado la tarta y que el detalle del corazón había sido precioso me convencí de que había quedado realmente bien, porque ella no sabía nada de que iba con sorpresa...
  ¡Oh, qué buena soy! (a veces...)

  Bueno, voy a seguir enredando... ¡Nos vemos!
M..

P.d.: por cierto, ¿os habéis dado cuenta de que ya llega la navidad? el primer catálogo de juguetes me esperaba en el buzón la última semana de octubre... ¡Qué pereza más grande!

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