Buenas, ¿qué tal ha ido la semana? En mi caso, esto de que el lunes fuera fiesta me ha trastornado un poco (más quiero decir), porque lo que me ha costado saber en qué día vivía... Por eso he pensado que si habéis tenido una semana tan rara como la mía, lo mejor era terminarla con un post dulce ¿no os parece?
Esta tarta tan maja que veis en la imagen, fue la que hice para el cumple de la Princesa (¿recordáis que en alguna entrada os comentaba que estaba haciendo el bizcocho mientras escribía?). Bueno pues, fue uno de los mayores desastres reposteros que he tenido el deshonor de hacer. Una persona con dos dedos de frente no os la enseñaría... que no es mi caso.
La hice en dos días (tres contando en el que hice el bizcocho): en el primero hice los elementos decorativos y en el segundo, fue ya el montaje.
Eran más de las 20h (que dura es la vida del trabajador) cuando me puse a hacer los zapatitos estos tan monos que veis en la imagen. El patrón, lo encontré en internet; es para hacer fofuchas en realidad, pero que para esto también sirve.
Pues eso, se amasa el fondant, se alisa con el rodillo (dejarlo un poco grueso para que tenga cuerpo) y se cortan las piezas; aquí da lo mismo si es pie derecho o izquierdo, ¡bien! Toca ahora montarlo: a falta de fotógrafo que siga todos mis pasos, las fotos son las que son; os va a tocar creeros todo lo que os diga, ¡se siente!
Lo primero que hice fue intentar pegar la purpurina, palabra clave INTENTAR, porque aquello quedó como le dio la gana. Siguiente paso, pegar la parte trasera del zapato, con un poco de agua y manteniendo los dedos ahí hasta que se seque... que puede pasar que pienses que ya está, quites los dedos, y que aquello se despegue... Cuando la paciencia se acaba y ves que el fondant va a su pedo, se te ocurre que pegándole un trocito igual hasta funciona (menos mal que tengo recursos...) Y aunque no era la idea original, al final quedó bien.
Toca ahora pegar el cuerpo del zapato a la suela... jeje... ¿cómo andáis de pulso? ¿y de paciencia? porque hay que hacer acopio de los dos... pero que si yo puedo, ¡vosotr@s también! (qué rabia, ahora no encuentro el video que vi en Youtube; no estaba mal para orientarse...) Si os fijáis bien, veréis que se me agrietó un poquito en la boca, pero que como iba a pegarle el lazo justo encima, pues tampoco fue un gran drama. Por cierto, que para que el zapato coja forma, importantísimo meterle algo, papel de cocina por ejemplo; para llevar la contraria, opté por algodón (mala idea, al sacarlo quedó muuuuucha pelusa).
Para terminar, solo queda hacer el lazo: es muy sencillo, se hace un rectángulo, se frunce por el centro y se cubre con otra tira; se deja secar un rato, se coloca, ¡y ya está!
Se dejan secar en la piscina espacial (síiii, la misma de los cerditos) y nos ponemos con...
...el arco iris. Se trata básicamente de hacer churros de colores y montarlos unos encima de otros. Tenía ya una pinta aceptable al terminar de colocar los kolorontxis, cuando se me ocurrió pasarle el rodillo por encima... ¡y así quedó un arco iris tembloroso! (¿por qué no me metí las manos en los bolsillos?????)
Se deja secar con los zapatos y a recoger un poco el chiringuito, que eran ya como las 22'30h y estaba de azúcar hasta las orejas (no os cuento cómo estaba la cámara...)
Fue al día siguiente cuando me puse a hacer el último elemento decorativo; lo dejé para este día porque entre que era tarde, estaba cansada... pensé que me quedarían mejor... ¡Ja!
Así para empezar, ¿sabéis qué es? Se supone que unas torres que simbolizan la Ciudad Esmeralda... Quedaron tan bien, que a partir de ahora me referiré a ellas como los Dedos de Alien. Empecé bien la tarde... y lo que me quedaba todavía...
Aunque no haya fotos de ello, los cubrí de purpurina también, con la misma fortuna que con los zapatos... (tengo que mirar cómo se hace ¡sí o sí!)
Bueno, pues nos ponemos por fin con el bizcocho. Como siempre, empezamos igualándolos... y aquí vino la sorpresa: al abrir el primero, resulta que el centro no estaba del todo hecho. Pero no pasa nada, me tranquilicé a mi misma pensando que quitaba lo que no estaba bien y lo rellenaba con la tapa que me sobraba. Problema resuelto... hasta que abrí el segundo: también tenía el centro sin hacer (¿por qué????) Escarbé y escarbé con la cuchara, y hasta abajo llegué... vamos, que dejé el bizcocho como un donuts (tacos varios y no mejicanos precisamente). Me quedé mirándolo sin saber qué hacer, ¡qué desastre!
Pero de repente, se me ocurrió que podía convertir aquello en una tarta piñata. Me bajé a todo correr al Carrafú que tengo cerca de casa, hice acopio de todas las chuces que encontré y vuelta para casa. Pues eso, rellené el agujero de la base con regalices, ositos, fresas, moras, m&m's... y lo que no me entró, me lo fui comiendo en los días sucesivos.
Problema salvado; seguimos.
Cubrí la tarta con uno de mis Icing de cabecera, esta vez con el Chocolate Fudge (qué rico está eeeeestooooo; no es para comérselo a cucharadas como la nutella, ¡pero casi!) Por cierto, que las gominolas no las cubráis, que menuda guarrería se puede montar...
Y llegamos a la parte txunga de la tarta (o sea, más que las anteriores). Bienvenidos a la guerra que se declaró entre el Sr Fondant y servidora; os adelanto que no tuvo piedad.
1ª batalla: fondant para celíacos. Buscando en la web de costumbre un fondant verde, me encontré este que estaba indicado para gente con alergias (creo recordar que cubría varias cosas), y me dije 'pues voy a probar'. Cuando lo recibí me pareció que estaba un poco tieso, pero pensé que al amasarlo se iría reblandeciendo... pobre ilusa. Algunas partes se ablandaron sí, otras se convirtieron en piedrecitas tocahuev** que convertían el fondant en algo inservible... A la basura que se fue (qué pena/rabia; me estoy acordando de que iba a mandarles las fotos por si a alguien más le había pasado, pero que ya se me había olvidado...)
Fondant 1 - Maider 0
2ª batalla: fondant blanco + colorante. El fondant blanco es algo que tengo siempre, es un recurso fácil... y si en el último pedido compraste colorantes alimenticios en gel ¡ni te cuento! Controlado el cabreo que ya tenía, pensé que bueno, tampoco pasaba nada si el celíaco no había funcionado, tenía ahora la oportunidad de probarlos... y a ello que me puse. Colorante verde, amasar, más colorante verde, amasar... un poquito de azul, a ver si doy con el color... Cuando tenía ya el fondant de un color aceptable (no era el del primero, que era lo que buscaba, pero bueno), lo estiré bien y lo coloqué sobre la tarta... y justo después empezó a cuartearse: LA MADRE QUE LO ***** (esto fue lo más suave que salió por mi boquita). Cuanto más colorante echas, más inestable se vuelve el fondant, lo sabía, ¡pero me cabreé igual! Otro medio kilo de fondant a la basura, 'mejor no hagas cuentas...' (*****)
Fondant 2 - Maider 0
Por supuesto, no le hice ningún caso, seguía dándole vueltas a qué hacer, porque aparecer sin tarta no era una opción... Y entonces lo vi claro: cubrirla de fondant blanco, este seguro que no me daba guerra, así que...
3ª batalla: Fondant blanco y firma de la paz. Pues eso, amasar, alisar y cubrir. Ya tenía la base, a ver cómo apañaba el resto.
Fondant 2 - Maider 0,5 (con este recurso in extremis no merezco más)
Lo siguiente fue hacer el camino de baldosas amarillas, que tuvo que ser cambiado del sitio donde originalmente estaba pensado (con lo bonito que iba a quedar en la otra tarta...) Se alisa el fondant amarillo, se coloca encima el tapete texturizador y se pasa el rodillo para marcarlo. Medimos la altura de la tarta, y cortamos el empedrado, procurando que las filas estén completas. Se coloca después sobre la tarta, ya sabéis, humedeciéndola un poco; que en su momento no me di cuenta, pero que al ver la foto se nota que estaba ligeramente caído... madre mía, ¡qué despropósito de tarta!
Con el tiempo soplándome el cogote, coloqué los adornos: el arco iris (que tiene un complejo sistema de andamios detrás para que no se caiga), los Dedos de Alien (paso de comentar) y los zapatos (estos sí, que requetebonitos que quedaron). Eché después más purpurina verde (como si fuese a solucionar algo con ella...) ¡Ah! y las florecitas, escasas por cierto, pero es que no tenía más tiempo... (qué bonito el montaje de la presentación, ¿eh?, no se nota nada que son falsas)
Con esto me monté en el coche y salí disparada hacia casa de la homenajeada. Cuando vio la tarta le gustó, sobre todo los zapatos (¡menos mal!), y luego empezó a contarle a mi madre que me había pedido que la tarta fuera del Mago de Oz, y que la chica se llamaba Dorita (traducción spanish de Dorothy para quien no lo sepa), y que los zapatos rojos eran de la bruja mala... y entonces me llevé las manos a la cabeza: ¡la bruja! Cuando dibujé la tarta tenía tres cosas claras: zapatos rojos, camino de baldosas amarillas y bruja (aplastada por la tarta para la ocasión) ¡Me había olvidado de ella! ¡Joder, joder, joder!
Pero que maja es mi niña: yo con mi cara de hecha polvo, viene, se me abraza y me dice que no importa si se me ha olvidado la bruja, que la tarta le gusta así... Me la comí a besos, claro está.
Merendamos/cenamos, llegó el turno de la tarta y cuando la Princesa la cortó (con la ayuda de su tía-abuela, o sea mi madre; pobre, a ella también le tocó una tarta desastrosa en su cumpleaños...), alucinó con todo lo que salió de su interior: ¡había chuches, era el Mágico Mundo de Oz! Si lo llego a hacer queriendo no me sale tan bien (sí, ya sé que la foto está un poco borrosa, pero es lo que hay...)
Y con esto termina la crónica de una tarta desastrosa. Es increíble que sea capaz de hacer tarta tan bonitas como la de Frozen del año pasado, y luego una señora castaña como esta... Que vale, igual os parece que exagero, quedó hasta mona, pero no era lo que tenía pensado; y eso todavía hoy me cabrea...
¿Qué os parece a vosotr@s?
Espero no tener un día tan torcido como este en muuuuucho tiempo; pero bueno, reconozco que tampoco estaba muy centrada, cosas de la vida.
Aunque espero también que toda esta mala leche que me gasté ese día, haya servido para que os echéis unas risas según leíais...
Hala, ¡nos vemos!
M..
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