Bueno, vale, es una colmena en realidad y con unas abejitas ¡muuuuy monas!
La idea me vino a la cabeza cuando estaba trabajando en la tarta de la Pirata; ¿recordáis nudit@s la Maquina de Chicles??? (a estas alturas tengo el molde más que amortizado)
Pues eso, al ver la forma del bizcocho, me pareció que quedaría mona, así que reservé la idea para cuando tuviera que hacer una tarta de temática libre... que fue poco tiempo después. Aprovechando que íbamos ha hacer una comida de Kuadrilla por navidad, allí que me planté con mi tarta. Sí, estaba claramente dirigida a los niños (sobre todo cuando veáis el interior), pero los adultos también disfrutaron de ella.
Como en la máquina de chicles, horneé un bizcocho en el molde de Wilton, y otro en uno normal; a diferencia de la otra vez, este no era de por si acaso, este iba para la tarta sí o sí. La base del bizcocho era la misma, uno de vainilla, solo que al que iría arriba le eché unas pepitas de chocolate.
Al día siguiente me puse con el montaje (ya sabéis que el bizcocho tiene que estar a temperatura ambiente...): se corta una especie de tapa y se vacía el interior después, hasta abajo (y las sobras para desayunar al día siguiente... ¡Qué rico!) Cogemos el bizcocho que hará de base, le untamos crema de cacao y avellanas solo allí donde irá apoyado el otro bizcocho, y colocamos este encima. Y a continuación...
...hacemos acopio de todas las txutxes que nos gustan y las metemos dentro, ¡hasta arriba! Volvemos a untar crema, le ponemos la tapa y... entonces me di cuenta de que se me había olvidado hacer una ranura en la parte de arriba, para que pareciese realmente una colmena; en la parte de abajo no hace falta, aprovechamos la unión de los dos bizcochos. Se ve que no hice foto del momento, pero se trata básicamente de coger un cuchillo y hacer un canal, despacio y con paciencia...
Y ahora sí, lo envolvemos todo con mermelada (así, por cambiar)
Toca ponerse con el fondant: como no tenía amarillo, cogí uno blanco y lo teñí; ya sabéis, se le va poniendo colorante poco a poco hasta conseguir el color que nos gusta, amasando continuamente para que se mezcle bien...
Cuando ya lo tenemos, cogemos el rodillo y a alisar.
Cubrimos la tarta cual fantasma, y le vamos dando forma con las manos, insistiendo en las ranuras y dejándolo lo más liso posible. Vaaaale, abajo no me quedó liso del todo, pero lo tapé con un poco de fondant ¡y listo!
El problema vino un poco después, cuando el fondant empezó a agrietarse en la parte baja (parece que la ranura era demasiado profunda, así que tuve que arreglarlo con más petachos... y tuve también que empezar a pensar en cómo tapar todo aquello...
Siguiendo el plan original, hice una puerta con fondant negro, a la que coloqué después una tira de fondant amarillo (iba a ser una especie de trenza, pero no hubo manera...)
Y pasamos ahora a la operación 'Disimular Petachos': se coge un trozo de fondant verde, se alisa, se corta una tira y con la ayuda de un cúter, le damos varios cortes hasta conseguir... ¡hierba! ¿Que las colmenas suelen estar en los árboles? Bueno, ¡pues la mía se ha caído!
Lo mejor es trabajar con tiras pequeñas e ir pegándolas según las tengamos listas, así es más fácil de controlar... aunque si queréis hacer una mega tira también podéis, ¿eh?
Como os he dicho, mi colmena se ha caído, a un jardín, de modo que también le han salido flores: unas cortadas en fondant blanco y con unas perlitas de adorno (cuanto juego me dan)
Un trasto de estos sin abejorros no tiene sentido, por lo que hacemos unas cuantas para terminar de decorar la tarta. Podéis liaros la manta a la cabeza y hacer unas mega curradas, o unas más sencillas y requetes como estas en cuatro simples pasos:
1) hacemos una bolita de fontant amarillo a la que de damos una forma un poco alargada.
2) alisamos un poco de fondant blanco y cortamos esta especie de mini 'tiritas' que harán la función de alas.
3) pegamos el cuerpo a las alas.
4) con un palillo y el colorante negro, les dibujamos las rayas del cuerpo y los ojos.
Solo queda dejarlas secar.
La tarta la hice pensando en los peques, y las abejas también: como en la Kuadrilla hay tres niños y una princesa, pues eso, a una de las abejitas le puse una corona (actualmente la cifra ha aumentado, y hay una 'colita' más)
Para colocar las abejas en la tarta utilicé los típicos palos de brocheta; no es que me entusiasmara, pero no pude hacer otra cosa, ya que aunque pensaba que tenía alambre para uso alimenticio, al final resultó que no. Sin ninguna duda, hubiese quedado mucho mejor...
Además de introducir las abejas, hice con ayuda de una esteca varias marcas por distintos sitios alrededor de la tarta, para darle aspecto d panal.
Un poco de purpurina y...
...¡tarta terminada!
La cara de los canijos cuando la vieron, para comérselos.
Después del banquete (nos pusimos tibios de comida) llegó el momento de cortarla: partimos, retiramos el primer trozo, y llegó el derrumbe de golosinas, que dejó a todos alucinados. No sé si los niños probaron el bizcocho, ahora, los lacasitos y las moras desaparecieron en un visto y no visto (bueno, las manos adultas ¡campaban también a sus anchas!)
Cada canijo recibió su abejita, claro que la de la princesita terminó en el estómago de su padre en cuanto la niña se despistó; y alguna otra que andaba perdida por la mesa también... ¡Qué hombre más goloso!
Pues ya está, ya tenéis una nueva idea por si os animáis a hacer una de estas vistosas tartas de fondant.
¡Nos vemos en el próximo post!
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