Frío, frío, eso es lo que siento desde el día de San Sebastián, el más helado que recuerdo, al menos desde que salgo en la tamborrada; porque si os pasasteis por facebook, veríais que acerté con la temperatura (ya podía acertar con otras cosas así de bien... 😬), de modo que así ando, congelada desde entonces (y hecha un poco kaka también)
Lo que más me apetece con estos tiempos de las narices es hacerme bolita en el sofá, ¡y si es con doble manta mejor! (y eso que no soy friolera; mi tía imagino estará a punto del tabardillo, o se meterá con abrigo a la cama...) Peeeeero, a lo mejor hay por ahí algún Nudito con ganas de enredar, y la repostería es una buena idea (además que el horno también calienta...), así que aquí va este post dulce:
Esta tarta la hice para mi primo el Adolescente Pedorro, para su 18 cumpleaños (¡mayor de edad! ¿qué? ¿cuándo se ha hecho tan mayor?) Quería hacer algo especial para mi ahijado, algo que recordase siempre que pensara en el día que cumplió 18. Recordando lo que nos decíamos en mi época, aquello de 'ya puedes votar, beber y entrar en la cárcel', encontré la idea para la tarta: una Jarra de Cerveza.
La estética es un poco una mezcla de la etiqueta antigua y la actual de la Keler, la cerveza que se hacía en Donosti, la que recuerdo desde que era pequeña, y la que ahora soy incapaz de beber ni por apuesta (fue llevársela de estas tierras y volverse asquerosa... ¡Hala, qué de amigos acabo de hacer!) Pero bueno, que para esta ocasión me venía que ni pintado, porque además, hace mucho que patrocina a la Real, y mi primo es muy futbolero.
Usé tres moldes de unos 15 cm de diámetro para que tuviese más altura que ancho. ¿La particularidad de este bizcocho? Pues que era sin lactosa, porque a una de mis tías no le sienta bien. La apariencia, es de los más normal ¿verdad? Pues algo de guerra dio, pero esto ya os lo cuento luego...
Ya sabéis que lo primero que hay que hacer es darle forma, o sea que quede nivelada... No olvidéis poner los palillos para que al volver a montar el asunto no haya problemas.
Y después de ver estas imágenes de arriba os preguntaréis: ¿qué pintan aquí esos muñecajos? L@s entendid@s os habréis dado cuenta ya de que son Pokemon. El caso es que después de la salida de la dichosa aplicación para el móvil, mi primo se convirtió en cazador y claro, tenía que aprovechar la oportunidad... Por eso, me pasé por Amazon (que todo lo tienen) y compré estos mini bichos que escondí dentro del bizcocho, previamente envueltos en un poco de film, que si no la guarrería iba a ser tremenda...
Para hacer los agujeros, lo más fácil es usar un 'perforador' de magdalenas; ¿que no tenéis? con una cucharilla también se puede.
Una vez los tengáis bien escondidos...
...untamos la crema en cada piso, que colocaremos guiándonos por los palillos..
...y luego ya envolvemos el bizcocho, procurando que quede lo más liso posible. Y ahora lo reservamos hasta que volvamos a necesitarlo.
Nos ponemos a trabajar con el Sr Fondant, con el que últimamente me llevo estupendamente (dicho esto, ¡en cualquier momento me la lía!) Amasamos, estiramos con el rodillo y con la ayuda de una regla y el cúter, cortamos un rectángulo, que tendrá la medida del contorno de la tarta, y un par de centímetros más de la altura.
Cogemos con cuidado el rectángulo, procurando que no se nos deforme, y lo colocamos alrededor de la tarta; si hemos medido bien, los extremos nos casarán perfectamente, si no, se recorta un poco ¡y listo! 'Masajeamos' bien el fondant para asegurarnos de que queda bien pegado, y suavizamos luego la línea de unión con los dedos.
Os habréis dado cuenta ya de que la parte de arriba queda un poco floja...
...Para evitar desprendimientos indeseados, lo que haremos es unas tiras con el fondant, que colocaremos después por la parte interior; puede ser que sobresalgan ligeramente, como me ocurrió a mí: igualamos con el cúter, ¡y a otra cosa!
Hacemos ahora la etiqueta, que se trata de un simple círculo recortado en fondant negro. Cortamos después las letras, que teniendo cortadores pues como que misterio no tiene mucho (la que liaría si no los tuviera...)
Cuando tengamos todas las letras y números, los pegamos en la etiqueta y la dejamos secar.
Vamos a hacer ahora el asa de la jarra, con fondant blanco, que en su momento me pareció la mejor opción por eso de que son transparentes, y ahora que la veo en imágenes me chirría un poco... probablemente hubiese quedado mejor en amarillo... ¿qué os parece a vosotr@s?
Es sencilla de hacer, se trata simplemente de envolver con el fondant un trozo de alambre al que habremos dado la forma necesaria antes; le puse una primera capa y como me pareció que quedaba un poco fina, pues le puse una segunda, pero vamos, que va un poco a ojo.
Le metí unos palillos en los extremos para que fuera más fácil fijarla después a la tarta, y la dejé secar también.
Y llega el momento de la prueba del pulso (el mío ese día estaba como para robar panderetas...), porque nos toca hacer las líneas de la jarra. Las marqué primero con una esteca fina y luego ya les di más profundidad con una más gruesa. Lo ideal es que queden rectas, a la misma distancia... pero bueno, que cada uno haga lo que pueda...
Colocamos la etiqueta, a la que puede que se le caiga alguna letra porque no se dejó secar sobre una base redondeada (nota mental: no olvidar para la próxima); la volvemos a pegar, nos aseguramos de que ninguna otra va a sufrir una caída repentina, y clavamos el asa.
No hay cerveza que se precie sin una buena espuma, por eso, lo que hacemos a continuación es montar un mogollón de nata. ¿La tenéis? Pues la colocamos con ayuda de una lengua o espátula, de forma que quede ahuecada y asomando por la parte de arriba. ¡Uy que pinta más rica tiene estoooooo! 😋
La tarta en sí estaba muy bien, pero claro, tenía un montón de Pokemon que esconder (venían nada menos que 24 en el pack), así que horneé unas cuantas magdalenas. Y aquí es donde la masa sin lactosa me dio la primera sorpresa: ¡varias magdalenas se había quedado huecas! (pero en plan socabón, donde el bizcocho ¡brillaba por su ausencia!) No sé muy bien por qué pasó pero así fue, por lo que no me quedó otra que hacer trampa y tirar de algunas industriales... Igual que en la tarta, hice los agujeros donde metí después los muñecos.
A las que iban a ser para mí tía les puse una capa de queso crema sin lactosa (el Philadelphia vamos), las adorné con una pajita y un cartelito y a la piscina espacial, para que por nada del mundo se mezclasen con el resto, que la liaba...
Para el resto, usamos la nata montada que nos queda en el bol y las decoramos igual que las otras: pajita y cartelito.
Ya lo tenemos todo listo para transportar, sinceramente la parte que menos me gusta de hacer tartas, porque nunca estoy segura del todo de que vayan a llegar sanas y salvas a destino...
Pero llegaron, la hermosa jarra...
...y sus amigos los cupcake chupitos de cervezas, que quedaron bastante feos (igual no debería decirlo, pero es verdad...) Si hubiese encontrado cápsulas como las blancas en amarillo hubiesen sido perfectas, pero no había, así que tuve que poner esas otras que no encajaban ni por casualidad... También el cartelito de los 18 iba a ser en negro, pero no me acuerdo qué me pasó y lo tuve que apañar así...
Pero lo importante es que al cumpleañero le gustó su tarta, y luego ya cuando empezaron a aparecer los Pokemon en cachondeo fue general. Pero antes el bizcocho nos dio su guerra, porque daba igual cómo intentaras cortarlo, aquello se desmoronaba por todos lados (lactosa, lactosa), lo que volvió un poco loco a mi primo, y a mi me divirtió mucho verlo (me encanta desquiciarlo; soy mala, lo sé)
Como veis, el resultado en el plato fue un desastre, pero estaba buena, ¿eh?
Y lo mejor es que en el último trozo, el del Adolescente, fue donde apareció el famoso Pikachu, el bicho que más le gusta (parece que tiene una anécdota/trauma infantil con él) y casi el único que conozco yo; qué le vamos a hacer, soy de la época de Oliver y Benji...
¿Qué os ha parecido la tarta, Nuditos? ¿Os animáis a hacer una?
Mientras os lo pensáis, voy a combatir el frío a base de ganchillo.
¡Nos vemos!