lunes, 10 de agosto de 2015

SWEET LAB: PIGS IN MUD


   O lo que es lo mismo, una tarta con cerdos revolcándose en barro... ¡de chocolate! Aunque hay que decir que están bastante limpitos, y muy relajados, por cierto...
  Un día estaba enredando por Pinterest cuando vi esta tarta. Me pareció muy divertida, además de una alternativa a las tartas de fondant que siempre hago. Meses después, hablando con una amiga que quería una tarta para su sobri, me acordé de ella. Y aunque estábamos decididas, al final no llegamos a hacerla: había que prepararla como dos días antes, y transportarla después durante bastante tiempo en coche. ¿Cual es el problema? me diréis... pues que como veréis más adelante, el relleno era una crema de trufa, o sea, la refrigeración es imprescindible.
  Me quedé un poco con las ganas... pero entonces me di cuenta de que el cumple de mi prima estaba cerca... Así que ¡ADJUDICADA!
   He aquí la lista de ingredientes, teniendo en cuenta que usé un molde de 20 cm de diámetro:

Bizcocho de chocolate preparado el día anterior
Crema de trufa (500 ml de nata para montar [35% M.G.],
30 gr de cacao, 75 gr de azúcar glas)
9 Kit-Kat
1 sobre de cobertura de chocolate
Fondant rosa y negro para los cerditos
Fondant blanco, amarillo, azul y verde para las flores,
y bolitas de azúcar


  Como he comentado antes, el relleno para esta tarta es una crema de trufa; ya veréis que es súper fácil de hacer, y a diferencia de la nata montada, no se me ha cortado nunca (seguro que la próxima vez la lío, ¡por bocazas!).
  Pues eso, echamos en la batidora la nata montada, que tiene que estar muy muy fría, el cacao y el azúcar glas, todo a la vez, y la ponemos en marcha. Al igual que con la nata montada, el ruido será el que nos indique cuando está lista; y si os pasáis, ¡tendréis mantequilla!
  Bueno, pues ahora que la tenemos preparada, empieza el montaje; que no lo he dicho, pero hay que igualar primero los bizcochos... Echamos una buena cantidad de crema en uno de ellos y la repartimos. Justo después colocamos el otro bizcocho encima, y a envolverlos con la crema. Cuando esté todo cubierto y más o menos liso, metemos la tarta al frigo y la dejamos allí un rato (que podéis aprovechar para comeros los restos de crema...)


  Partimos los Kit-Kat de dos en dos, y los vamos colocando alrededor; no os preocupéis de posibles caídas, la crema hace de cola. Calentamos la bolsita de cobertura (usé una del Lidl que alguien me dio y que dicho sea de paso, estaba buenísima) y la echamos después en la parte de arriba; que quedan salpicaduras, marcas... ¡mejor! Esto es una pocilga, no una ¡Sacher
  Dejamos que se seque, y otra vez al frigo; como os digo, es importante mantener la crema refrigerada.


  Toca ahora recordar lo aprendido cuando jugábamos con la plastilina, para aplicarlo al fondant. Venga, que es muy fácil: se hacen bolitas de diferentes tamaños según sea cabeza, cuerpo, pezuña... y se le da la forma deseada. Se coge luego un palillo y se marca los ojos, nariz... ¡y el culo, que si no a ver quien descubre qué es eso! Los coloqué después en eso que parece una piscina espacial, dispuesta a dejarlos secar toda la noche... peeeero, el que está así como recostado pedía a gritos unas gafas de sol; cogí un trocito de fondant negro y listo (esto que... parece una tontería, pero me llevaron su tiempo las jodías...) Hice las flores (que no es que sean gran cosa, pero su función era simplemente dar un poco de color a la tarta) combinando diferentes cortadores, algún polvito mágico y las bolitas de azúcar, y labor del día terminada.


  Al día siguiente, poco antes de ir a comer, coloqué por fin a los animalillos estresados estos, mojando un poco con agua el lugar donde iría colocado cada uno. Me di cuenta entonces como que eran un poco grandes, pero bueno, tampoco es que fuesen a quejarse... además que quedan súper monos; no sé cual me gusta más.
  Y no nos olvidemos de las flores, que fui colocando según me parecía.


  ¡Y por fin, la tarta terminada! ¿No os parece que quedó genial?
  Como de costumbre, no hay foto del interior, qué se le va a hacer, pero os digo yo que tenía una pinta... y que estaba para chuparse los dedos.
  Una de las cosas que me daban 'miedo' de esta tarta además de que la crema se estropease, era que los Kit-Kat se pasasen a causa del frío, pero nada de eso, estaban riquísimos. De hecho, creo que consiguieron proteger el interior muy bien, lo que me hace pensar que tapándola bien, puede perfectamente ser una tarta viajera. Habrá que probar...

  ¡Nos vemos!
                     M..

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